Tras tres años sin poder llevar a cabo la estación de penitencia, por fin llegaba el momento tan deseado, el Martes 4 de abril, el Cristo del Amparo bajaba de su Ermita hacia el casco antiguo. Adornado con flores silvestres, transmitiendo amparo y esperanza a través de su mirada, llegaba a Caleros, para honrar a su hijo el Borrasca.
Desde la cofradía no podemos estar más orgullosos y agradecidos a todos aquellos hermanos que asistieron a la estación de penitencia, y por supuesto, con el más emotivo recuerdo de todos aquellos que no están. Son numerosos los mensajes y felicitaciones que nos habéis hecho llegar, poniendo de manifiesto el recogimiento y belleza del cortejo procesional. Para nosotros, se trata de un momento que permite al cofrade reflexionar y ahondar en sus pensamientos, acompañado del profundo silencio, tan solo alterado por el timbal destemplado. Esta es nuestra esencia, el recogimiento y la oración.
La procesión de este año ha sido fruto del trabajo de la cofradía durante todo el año, cumpliendo con las misiones y objetivos que se exigen. No solo organizando y preparando todo lo relativo al cortejo, sino cumpliendo con la labor caritativa y espiritual, bases de toda cofradía o hermandad.
Nos enorgullece enormemente ver como los más jóvenes se decantan por la cofradía del Cristo del Amparo, asegurando el relevo generacional, pues, son ellos los encargados y responsables de la permanencia de esta humilde cofradía. Les invitamos a que continúen con esa ilusión demostrada este año 2023, la juventud es la esperanza del futuro.
¡Muchas gracias a todos!